lunes, 13 de junio de 2011
·Pum pum... pum pum
Tu corazón late fuerte, son imprescindibles sus latidos frenéticos y sientes que no puedes más. Que tu mundo se derrumba bajo tus pies que te abrasa cada poro de tu seca piel. Todos los recuerdos laten por tus venas, inundando tu cuerpo. Un escalofrío escala por tu columna y te hace vibrar a su compás. Y cierras los ojos, apretas los puños clavándote las uñas en la palma de la mano y te sientes aliviada al notar que la ligera presión se desmorona cuanto chillas, cuando gritas desgarrándote la garganta. Gritas todo lo que no te dio tiempo de decirle. Gritas con la impotencia de saber que no puedes hacerle feliz, que no eras la persona que pedía. Gritas con la esperanza de poder olvidarle. Y gritas, al fin, con la ilusión de querer hacer volar tus recuerdos a una isla remota de tu alma olvidada, guardarlos bajo el peso de la inconsciencia y que se quedaran atrapados en los brazos de Morfeo para siempre, como un pequeño dragón dormitado en las ruinas de un misterio. Como el sueño que nunca quisiste soñar y que al final llegaste anhelar. Abres los ojos tras una cortina de lágrimas enganchadas a tus vértices. Respiras hondo, el dolor, la sensación y el vacío desaparecen poco a poco. Tu corazón se ralentiza, despacio, muy despacio, como la taza de café que se toma su propio tiempo para enfriarse. Los decibelios de tus latidos bajan lento, muy lento y se oye el lejano murmullo de su música....Pum pum, pum pum.
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