Y me lo dices así. Que se acaba. Que ya no puedes, que tienes miedo, que nos estamos consumiendo.
Así con esa boca, con esos labios, con ese cinismo, con esa manera tan tuya de
destruirlo todo como quien no hace nada, como quien da un beso pero
quema con los labios. Y dices que te duele, que lo sientes, que perdón
por la manera.
Pero yo no sufro, no me duele, no hay sorpresa. Sólo estaba esperando
que pases la página tú, tan perezoso como siempre, tan absurdo. Que
pronuncies con tu boca las palabras exactas que me sabía de memoria. Te
cuento que aquí la que escribe soy yo, y este final lo tenía escrito
hace mucho.
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