viernes, 10 de febrero de 2012

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La muerte podrá cerrar mis ojos y quitarme la vida, y podrá separar el alma del cuerpo. Pero mi alma, al pasar la otra orilla, no perderá la memoria, porque en ella habita el recuerdo de su amor. La llama amorosa desafiará la ley severa del olvido y no dejará memoria junto al cuerpo donde ardía. Mi alma ha sido prisionera por las venas que han dado sangre a tanto fuego y las médulas que han ardido por un motivo glorioso abandonarán la causa de su preocupación.
Serán ceniza, pero tendrán sentimiento; serán  polvo, pero polvo enamorado

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